UN DISCURSO EN LA INAUGURACIÓN DE LA SEDE EN 1927.

Con motivo de la inauguración de la Sede del Círculo Italiano, que tuvo lugar el 7 de agosto de 1927, la colonia organizó brillantísimas fiestas, que constituyeron un gran acontecimiento social. En el banquete pronunciaron elocuentes discursos: el Embajador de Italia en Chile, Carlos Gabasso; el Gobernador de Los Andes, Luis A. Vargas; el Agente Consular de Italia, Juan Lanzarotti; el Presidente del Círculo Italiano, Nicolás Lagori; el Comendador Félix Corte; Horacio Barbieri Vergara, Secretario del Círculo; y Claudio Chamorro Ch.
Este último, leyó un discurso que quedó en el Círculo Italiano, y que después fue reproducido y difundido, convirtiéndose en una pieza documental de cómo los chilenos valoraban el aporte de los migrantes españoles y la admiración que algunos sectores sociales sentían por Italia.
Reproducimos abajo algunos pasajes de este detallado discurso:

“Excelentísimo señor Embajador, Señor Intendente, Señor Gobernador, Señor Presidente del Circulo Italiano, Señores Cónsules de Italia, Señor Primer Alcalde, Señores:
No es posible sintetizar en un trabajo literario, las grandezas y las glorias de la noble Italia: ellas se hallan escritas, con pluma de diamante, en los anales humanos. Y la cultura Greco-Latina, que Roma, la excelsa, aquella Reina y Señora del Mundo, supo difundir por los pueblos de Occidente, ha sido como heraldo de la civilización antigua y a recorrido, triunfadora y magnífica, por los ámbitos del planeta…”
“Y al evocar las grandezas y las gloriosas tradiciones de esta progresista nacionalidad, es imposible olvidar un acontecimiento trascendental para el futuro de la humanidad haberle cabido el honor inmenso de ser la cuna del gran Cristobal Colon, descubridor de esta Virgen América, que baña el Mar Atlante y el Pacífico Mar de estas ignoradas tierras del Cosmos, que atesoran riquezas a millares, hecho portentoso y sin paralelo en los anales de los pueblos, que vino a marcar nuevas orientaciones al progreso y a la civilización, y que hizo cambiar las faz del orbe.
Suceso memorable que significa para la Corona de Castilla y de León el apogeo de su gloria y que dio a Iberia el dominio universal. Y la clásica hidalguía española ha sabido honrar la augusta memoria del Insigne Visionario, en homenaje a su patria de origen, y porque España e Italia siguen la misma ruta del progreso colectivo y corre por sus hijos sangre latina, porque sus glorias se hermanan y ambas están llamadas a un excelso porvenir…
Y salvando obstáculos, al parecer infranqueables, ha venido Italia luchando por su progreso, para llegar a ser lo que en este período de la vida contemporánea. No la han arredrado, las vicisitudes ni las amenazas exteriores; con la fe en el porvenir y animados, sus hijos, de grandes ideales, han marchado con paso seguro a la conquista de sus grandes destinos. No habrá ya quien pueda invocar la frase de Meternich, diciendo que Italia es una expresión geográfica, porque los tiempos han cambiado y la península se extiende desde los Alpes seculares hasta las tierras del Trópico, y el nombre de esta patria gentil se proyecta aquende y allende los mares, y una raza vigorosa y fuerte, amiga de la paz y del trabajo, que jamás ha reconocido el peligro en las horas de prueba, ha sabido ser de Italia una gran Nación, respetada y querida por los pueblos del Orbe. Son los descendientes de aquella misma raza, que, a través de las edades, ha escuchado la epopeya de los siglos, los que, con afán sincero y emulando al progreso, laboran, dentro y fuera del país, por la grandeza de la patria: ora en los fecundos campos del comercio y de la industria, ora en el terreno de la ciencia y el saber y en grandes basílicas del Arte. Y la cultura Itálica, como luz radiante, purificada en los grandes laboratorios de la idea, como una inmensa honda hertziana, va por el planeta vivificando el espíritu humano…”
“Chile vive agradecido a los servicios que Italia ha sabido dispensarle, y la estimación de la conciencia nacional ha exteriorizado, en múltiples circunstancias, cómo un homenaje a la Patria gloriosa de Silvio Pellico y de Verdi, se mantienen incólume. Y los nombres de los hijos de Italia que han puesto sus energías y talento al servicio de la Nación Chilena, viven en el recuerdo y se hallan ligados al progreso de país. Desde Pastene que en su crucero por el Pacífico Meridional, descubrió la rada de Valparaíso; de Rondizzoni, que luchó por la independencia Nacional; de los propagandistas de la ciencia, del arte y de la cultura itálica, y de las brillantes colectividades, que de norte a sur del territorio, laboran por la grandeza de este bello país, merecen, con justísima razón, el respeto y alto aprecio de todos los chilenos…”
“¿Cómo no amar, entonces, a la noble Italia, cuando ella ha puesto sus Universidades, sus Institutos Politécnicos y sus grandes Conservatorios y Museos de Arte al servicio de los hijos de mi patria para que vayan a nutrir su mentalidad con nuevas ideas y a perfeccionar su intelecto? ¿Cómo no amar a Italia gentil, cuando ella ha sabido brindar cariñosa hospitalidad a los chilenos que, en aquellas tierras de luz, se han radicado, como Rebeca Matte de Iñiguez, escultora sublime? ¿Cómo no amar, repetimos, a Italia gentil, cuando ha sabido venerar la memoria del ilustre chileno, del famoso Abate, honra americana y europea, don Juan Ignacio Molina y Opazo, deudo de mis deudos, historiador y naturalista, muerto en la ciudad de Imola, en 1829?...”
“De la península han venido a Chile, para radicarse definitivamente aquí, numerosas familias de pura estirpe itálica, y que, como los descendientes de aquellas que llevan los nombres de Alessandri, Cariola, Ferrari, Lisoni, Trucco, Guarelo y tantas otras, han ocupado y ocupan lugar prominente en la Administración, en el Parlamento, en la Diplomacia, en el Foro, en la Prensa y en la Sociedad Chilena.
Y en el Comercio, en La Banca y en las Industrias, las Firmas de Cinzano, de Carozzi, de Molfino, de Passalacqua, de Schiavetti, de Petrizzio, de Casarino, y de cien más, harían honor a cualquier pueblo del mundo.
Y las progresistas colectividades Italianas que, del Trópico a las frías regiones del Archipiélago, viven al amparo de nuestras leyes y se cobijan bajo el hermoso cielo de la Patria, han venido dejando huella luminosa de su paso, y ostentan como sus mejores blasones: el orden, el trabajo, la paz, el bien y la cultura.
Frescos están, aún, los recuerdos que dejara en el corazón del pueblo, del Gobierno y de la Sociedad Chilena, la visita que, a este país, hiciera la Embajada especial que presidía el Honorable Señor Guiuriatti, y la gallarda nave que la conducía, rebosante de productos y manufacturas, cuál una explosión flotante, exteriorizaba, en forma elocuente, lo que es y lo que será, con el correr del tiempo, la inventiva del Genio Italiano.
Y ahora que la progresista y laboriosa Colonia Italiana de Los Andes inaugura un nuevo Centro Social, que será también la Casa de los chilenos, siento una viva satisfacción al poder cristalizar, en este trabajo, mi admiración más sentida por la Gran Patria de su Majestad Víctor Manuel III. Y al rendir pleitesía a las grandezas y a las glorias de Italia, me mueve a ello, no sólo el ser chileno, sino una causa natural y superior, que me hace convivir con sus hijos en el mismo sentir y en el mismo pensar, y porque llevo, también, en mis venas unas pocas gotas de itálica sangre.
La rica y viril provincia del Aconcagua se enorgullece de contar con el esfuerzo y claro talento de un núcleo poderoso y brillante de italianos, y la ciudad de Los Andes siente un placer gratísimo al contemplar como laboran por el adelanto y el progreso de estas feroces regiones.
Y al agruparse en torno de una misma y noble idea, en este Centro prestigioso, en la mejor armonía y paz social, para recordar y bendecir el dulce nombre de la patria distante, con profunda verdad y acento convencido, podemos decir que la Colonia Italiana de Los Andes sienta, con la espléndida inauguración de esta Casa, un precedente magnífico y constituye un bello ejemplo para sus congéneres del territorio.
Y en esta fiesta íntima, de magnas proporciones, hermosa y elocuente por sus finalidades, y que es como un acontecimiento para estos pueblos, están con los hijos de Italia, no solamente los chilenos, sino que acompañan también, de corazón, destacadas personalidades de la colectividad Hispana y de otras nacionalidades.
Y a la verificación de esta obra, que hace honor a esta gentil ciudad, cuales más, cuales menos, todos los italianos han rivalizado en entusiasmo y han contribuido con su óbolo para ver realizado un caro ideal, tanto tiempo acariciado. Pero, sin negar a ninguno la participación que les ha correspondido, debemos expresar que el alma ha sido el prestigioso y digno Presidente del Círculo, Señor Don Nicolás Lagori, secundado eficazmente por su inteligente secretario, Señor Horacio Barbieri, y el artífice ha sido el gran italiano, el querido y simpático amigo de todos los chilenos, don Emigdio De Angelis, quien se ha sacrificado, como el que más, y trabajado con abnegación y desinterés, que le honran altamente, comprometido, así, la gratitud de sus conciudadanos.
Y al señalar, en este pálido esbozo, las obras de los hijos de Italia, en Chile, que han impulsado el comercio y las industrias y como propagandistas del bien y de la cultura, cúmplenos decir, en forma muy especial, que en la colonia residente en Los Andes, se han destacado, entre otros, los señores Rocco Ferrari, Domingo Bonelli, Juan Lanzarotti y José Casarino, quienes han constituido dignísimos hogares, y son como los patriarcas en esta ciudad, y cuyas familias, los chilenos, miramos con profundo respeto y simpatías.
Y cumplimos con el deber al señalar aquí el nombre del señor don Félix Corte, ciudadano querido y respetado, a quien tanto deben las regiones del Antiguo Arauco, en materia de obras de progreso colectivo como son la construcción de puentes, ferrocarriles y caminos.
El señor Corte ha trabajado con todo interés y patriotismo por el acercamiento entre chilenos e italianos, y por tan bella obra ha merecido condecoraciones del Gobierno Chileno y de Su Magestad Víctor Manuel III, condecoraciones que solo se otorgan a quienes han merecido, por uno u otro motivo, bien de la patria.
Y siguiendo el orden lógico, de las ideas, nos causa verdadera satisfacción el hecho de que dos distinguidas jóvenes, de origen itálico, hayan sido aquí nuestras reinas en las pasadas fiestas primaverales: la srta. Inés Casarino Viterbo, que abrió sus ojos a la luz del día, bajo el hermoso cielo de la patria chilena, y a la Srta. Odette De Angelis, nacida allá en una bella isla del Mar Heleno, bajo el sereno cielo de la Grecia inmortal!
Vienen a la mente estos recuerdos imborrables, y al mencionar tales acontecimientos, hemos querido, dejar constancia de que la Colectividad Italiana nunca estuvo sola; pues la acompañaba el pueblo todo de Los Andes, y la juventud, siguiendo la sana y alegre corriente de vida, batió palmas en honor a las Reinas de la Hermosura, de la Gracia y el Candor.
Rendimos homenaje a todo lo que lleva el sello del genio italiano y aplaudimos, como chilenos, todo lo que diga relación con los hijos de la bella Italia; sus iniciativas de bien público, sus adelantos y sus progresos en la obra infinita y perdurable por la felicidad de Chile.
Hijos de la bella Italia: no olvidéis jamás que en Chile se os aprecia y respeta, y que os hallaís en un país de nobles tradiciones, cuyos destinos rige un Mandatario progresista y patriota, nos referimos al Excelentísimo señor don Carlos Ibañez del Campo, que ama a su patria por sobre todas las cosas de la vida y desea el bien de sus conciudadanos y la felicidad de la Nación.
Saludamos a los descendientes de los hijos de Italia, avecindados en esta ciudad, y estaremos siempre con ellos, con las flores del alma; saludamos a la brillante juventud italo-chilena, la que, de Norte a Sur del territorio, fija la mirada en el porvenir, trabaja por la prosperidad de este país, y que tan dignamente representada en esta fiesta social.
Excelentísimo Señor Embajador: Señor Presidente del Circulo Italiano: Señores: apelamos a vuestra afectuosa benevolencia, pues queremos pediros un gran servicio; que, de pie, libemos una copa por las glorias de Italia, simbolizadas por los Monarcas y pensadores; por sus poetas y educadores; por sus héroes y soldados; por las Letras y Ciencias; por las Artes y el progreso de sus hijos y por la cultura de sus bellas mujeres.
Salud!”
Participaron en esa inauguración el Embajador de Italia en Chile, Carlos Garbasso; el Marqués de Rossi Longhi, Secretario de Embajada; Lorenzo Nicolai, Cónsul General de Italia en Valparaíso; el Coronel Pedro Giménez, Intendente de la Provincia y Comandante General de Guarnición; Luis A. Vargas, Gobernador de Los Andes; Eliseo Palma, Primer Alcalde de Los Andes; José Ramírez, Juez Letrado; el Mayor Oscar Moena, Comandante del Grupo Escala; Maximiliano Poblete, Comandante de Batallón Andino; Luis Herrera, Comandante del Regimiento Yungay; el Capitán Délano, Comandante del escuadrón de Carabineros; Juan B. Lanzarotti, Agente Consular de Italia en Los Andes; el Señor Cura Párroco, Presbítero Francisco Javier Lizana; el Señor Murguía, encargado del Consulado Español; Avelino Collado, Presidente del Centro Español; Rafael Vidal, Presidente del Centro Hispano Americano; Tito Lisoni, Diputado por Los Andes; el Comendador Félix Corte, Vice-Cónsul de Italia en Valdivia; Cav. Eudomiro Chiari; Cav. Eduardo Scassi Buffa; Julio Deroland, Director “Gazzeta degli Italiani”; Alberto Fleita, Director de “La Aurora”; Aníbal Pino, Director de “La Gaceta”; Boccardo, Presidente del Fascio de Valparaiso; Capelli, Presidente del Cambateuti Valparaíso; Agustín Rossi, Director de la 6 ta. Compañía de Bomberos Valparaíso; Arnaldo Falabella, Presidente del Círculo Italiano de Santiago; Camilo Mori; Nicolás Lagori y Horacio Barbieri, Presidente y Secretario del Círculo Italiano de Los Andes, junto con los socios del Círculo Italiano, así como otros invitados especiales.

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